Hay artistas que buscan agradar. Otros, dejar huella. Nina Simone hizo lo segundo. Con su voz grave y su presencia imponente, convirtió el escenario en trinchera y el micrófono en arma. Su canto no era ornamento: era verdad. No fue solo cantante, pianista o compositora. Fue una fuerza de la naturaleza.
En Métrica la homenajeamos con una remera negra donde su perfil se dibuja en sombras. El texto “I Put a Spell on You” aparece sobre un círculo blanco gastado, como una luna llena invertida. El diseño, sobrio y poderoso, evoca la intensidad de sus interpretaciones: mínimas, firmes, inolvidables.
Este homenaje se acompaña, como siempre, de una playlist curada y un episodio del podcast Retratos Métrica, donde recorremos su vida, su música y su legado.
Una clásica rechazada por racismo
Nina Simone nació como Eunice Kathleen Waymon en 1933, en Tryon, Carolina del Norte. De niña se formó como pianista clásica, estudiando a Bach con una disciplina férrea. Su sueño era convertirse en la primera concertista negra de Estados Unidos. Pero fue rechazada por el Conservatorio de Filadelfia. Años después, diría: “Fue por el color de mi piel.”
Ese rechazo cambió su destino —y el de la música popular del siglo XX. Tocando en bares de Atlantic City, Simone comenzó a mezclar piezas clásicas con blues, jazz y góspel. Fue allí donde adoptó su nombre artístico, su voz propia, su furia digna.
Cuando la música se volvió trinchera
A partir de los años 60, Nina se convirtió en una voz central del movimiento por los derechos civiles. No buscaba suavizar. Cantaba para denunciar, para gritar, para exigir justicia. Temas como Mississippi Goddam o Four Women no fueron éxitos de radio: fueron declaraciones necesarias.
Simone enfrentó la industria con desconfianza. Exigía control sobre su obra y respeto por su visión. No lo tuvo siempre. Su carrera fue intensa, errática, valiente. Su música, sin embargo, nunca dejó de ser urgente.
Discografía esencial
- Little Girl Blue (1958): su debut. Incluye la célebre “My Baby Just Cares for Me”. Piano clásico, jazz y melancolía pura.
- Pastel Blues (1965): uno de sus discos más crudos. “Sinnerman” es un mantra de 10 minutos que arde.
- Wild is the Wind (1966): contiene versiones demoledoras de “Ne Me Quitte Pas” y “Four Women”.
- Nina Simone Sings the Blues (1967): un viaje íntimo y feroz a sus raíces afroamericanas.
- Black Gold (1970): grabación en vivo con “To Be Young, Gifted and Black”, su himno para una generación.
“La libertad para mí es no tener miedo.”
— Nina Simone
Un legado que arde
Nina Simone murió en 2003, en Francia, lejos del país que nunca terminó de comprenderla. Pero su voz sigue encendida. Influenció a Lauryn Hill, Alicia Keys, Rhiannon Giddens, y a una nueva generación de músicos que entienden que cantar también es tomar posición.
Hoy, su figura se agiganta: en películas, libros, biografías, homenajes. Y sobre todo, en su música, que sigue sonando como un llamado a no quedarse callados. A mirar de frente. A no tener miedo.
Métrica la recuerda así
En Métrica creemos que el arte no tiene que ser cómodo. Puede ser claro, combativo, hermoso. Por eso homenajeamos a Nina Simone: porque su música atraviesa géneros, fronteras y épocas. Porque su voz no pidió permiso. Y porque cuando canta, algo en nosotros cambia.
Vestí su legado. Escuchala sin filtros. Y dejá que su voz te despierte.