Hay artistas que desafían la época. Y hay otros que la redefinen. Miles Davis hizo ambas cosas. No una vez, sino muchas. Nacido en 1926 en Illinois, en el seno de una familia acomodada y educada, Davis parecía tener desde temprano un aura distinta. Fue trompetista, sí. Pero también director de banda, pionero, catalizador. Su instrumento fue la trompeta, pero también el tiempo.

Primeros pasos: del bebop al silencio

Comenzó su carrera tocando con Charlie Parker, en plena efervescencia del bebop. Aprendió ahí velocidad, vértigo, destreza. Pero pronto entendió que su camino iba por otro lado: hacia el espacio, el silencio, la atmósfera. Así nació el "cool jazz", una reacción estética y emocional frente al virtuosismo acelerado del bebop. Obras como Birth of the Cool (1957) marcaron esa nueva sensibilidad: más introspectiva, más horizontal, casi cinematográfica.

Kind of Blue: la claridad modal

En 1959, Davis grabó Kind of Blue, el disco de jazz más vendido de todos los tiempos. Más que un álbum, es una experiencia de escucha que transformó para siempre la historia de la música. Con una propuesta centrada en la improvisación modal, el disco propone un nuevo lenguaje: menos cargado de acordes, más abierto a la melodía y la emoción.

Pero Kind of Blue no es solo Davis. Es también un ensamble irrepetible:

  • Bill Evans, pianista de trazo impresionista, fue clave en el enfoque armónico y en la atmósfera etérea del disco. Su introducción en "So What" y su participación en "Blue in Green" son icónicas.
  • John Coltrane, en pleno proceso de transición estilística, aporta profundidad espiritual y contención melódica.
  • Cannonball Adderley, con su saxofón alto, ofrece calidez y swing, anclando los climas con una voz más terrenal.
  • Paul Chambers en contrabajo y Jimmy Cobb en batería completan el cuadro con una solidez discreta pero fundamental.

Cada músico parece entender el espacio como parte de la música. Nada sobra. Nada falta. Kind of Blue respira.

El segundo quinteto: abstracción y ruptura

En los años 60, Miles formó el legendario “segundo gran quinteto”, con Wayne Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams. Esa formación empujó los límites del jazz post-bop, incorporando estructuras flexibles, tensiones rítmicas y una lógica colectiva de improvisación. El sonido se volvió más abstracto, más moderno, más cerebral, pero sin perder sensibilidad.

Discos como E.S.P., Miles Smiles o Nefertiti muestran a un Davis más contenido, a veces casi ausente, pero dirigiendo una de las formaciones más audaces y creativas de la historia del jazz.

La revolución eléctrica: Bitches Brew y más allá

En 1969, Miles vuelve a cambiar de piel. Bitches Brew abre la puerta a un nuevo territorio: la fusión del jazz con el rock, el funk, el groove urbano y la psicodelia. Con teclados eléctricos, percusión múltiple y estructuras abiertas, la música se vuelve más tribal, más atmosférica, más salvaje.

Le siguen discos como In a Silent Way, Live-Evil o On the Corner, donde Miles desafía tanto a la crítica como al público. Algunos lo acusan de traidor al jazz. Otros lo veneran como un visionario.

La remera: silueta y sonido

El homenaje de Métrica a Miles Davis parte de una imagen de su trompeta en dorado sutil sobre fondo negro profundo, con la inscripción “Kind of Blue” en azul.

El diseño busca capturar lo esencial: la sobriedad elegante, el riesgo medido, la presencia de quien siempre fue un paso adelante.

Ver la remera homenaje a Miles Davis

Podcast y playlist: una invitación a su universo

El episodio de Retratos Métrica dedicado a Miles Davis repasa su carrera sin solemnidad, pero con respeto. Su evolución, sus reinvenciones, sus silencios. Es un punto de partida para quien quiera descubrirlo. O redescubrirlo.

La playlist curada incluye desde sus grabaciones con Parker hasta su etapa eléctrica, pasando por baladas, standards, experimentos y momentos de pura introspección. Por supuesto, Kind of Blue ocupa un lugar central.

Escuchar a Miles Davis

Escuchar a Miles Davis es entender que el jazz no es un estilo, sino una actitud. Es aceptar que el cambio no es una amenaza, sino una necesidad vital. Que el arte puede ser elegante y brutal al mismo tiempo.

Por eso Métrica lo homenajea: porque su música sigue abriendo puertas.

Porque nos recuerda que, a veces, el mejor camino es el que nadie recorrió antes.