Silvina Ocampo fue un enigma. Un resplandor oblicuo en la literatura argentina del siglo XX. Escribió cuentos que parecían sueños perversos, poemas de infancia torcida, retratos de lo extraño en lo cotidiano. Durante mucho tiempo su figura quedó a la sombra de Borges, Bioy y Victoria Ocampo. Hoy, esa sombra se convierte en aurora: su obra no deja de crecer y fascinar.
En Métrica la homenajeamos con una remera ilustrada, donde Silvina Ocampo aparece envuelta en su propio universo: anteojos blancos, mirada penetrante, un gesto sutil, y un caballo de juguete que evoca su mundo literario. Su nombre, abajo, casi en voz baja. Porque su obra también era así: misteriosa, precisa, elegante. Una voz que hablaba desde los márgenes, con ironía y lucidez.
Una autora secreta (pero luminosa)
Silvina nació en 1903, en el seno de una familia de elite. Fue la menor de seis hermanas, entre ellas Victoria Ocampo, fundadora de la revista *Sur*. Estudió pintura en París, donde fue alumna de Giorgio de Chirico. La imagen y el extrañamiento siempre habitaron su mirada.
Publicó su primer libro de cuentos, Viaje olvidado, en 1937. Desde entonces cultivó una literatura personalísima: lo infantil, lo cruel, lo fantástico, lo absurdo. Muchas de sus historias transcurren en casas solariegas o patios envenenados por la sospecha. Todo lo doméstico se vuelve inquietante.
Colaboraciones, alianzas y silencios
Fue esposa de Adolfo Bioy Casares y amiga (y a veces rival) de Jorge Luis Borges. Con ambos escribió antologías y libros en colaboración. Pero su obra más poderosa fue la que firmó sola: cuentos, poemas y una novela inclasificable, La torre sin fin.
Durante años fue ignorada por la crítica. Muchos la leyeron como un apéndice de su marido o su círculo. Pero Silvina no necesitaba epígonos: escribía desde un lugar autónomo, con una sensibilidad adelantada a su tiempo. La escritora Mariana Enriquez la definió como "una influencia ineludible, oscura y brillante a la vez". Su libro La hermana menor es una biografía apasionada y justa que ayudó a rescatarla del olvido.
Obra | Año | Género |
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Viaje olvidado | 1937 | Cuentos |
Autobiografía de Irene | 1948 | Cuentos |
Los nombres | 1953 | Poesía |
Lo amargo por dulce | 1962 | Cuentos |
La torre sin fin | 1986 | Novela |
Sus últimos días
En sus últimos años, Silvina vivió en su casa de la calle Posadas, en Buenos Aires. Padeció una enfermedad degenerativa que la alejó lentamente del mundo. Murió en 1993, casi en silencio. Pero desde entonces su obra creció con fuerza. Hoy se la estudia, se la reedita y se la lee con ojos nuevos.
“Silvina fue, es y será una voz inclasificable. Como si escribiera desde una habitación sin tiempo, con ventanas al misterio.”
— El equipo de Métrica
Próximamente en Retratos Métrica: su voz, su mundo, su desvío.